LAS FIESTAS DE QUINTOS
EL ORIGEN
En el siglo XVIII el rey Carlos III
dictó las “Reales ordenanzas del ejército de su majestad el Rey de España”
Esta ordenanza indicaba que uno de
cada cinco mozos de España, (un quinto), en edad entre 16 y 40 años debía dedicarse
a la vida militar y “trabajar” para el Rey.
La elección de esa quinta parte de
los mozos se hacía mediante un sorteo que se realizaba en las primeras semanas
de enero por un reclutador militar que acudía a los pueblos a seleccionar a los
mozos que, durante un mínimo de 8 años, debían atender el servicio militar y
abandonar a su familia, amigos, novia...
Durante el año en que se realizaba
el sorteo los quintos de ese año organizaban fiestas y actos entre ellos y con
el resto del pueblo a modo de despedida y también de celebración de ese paso de
la adolescencia a la madurez que, de algún modo, significaba el sorteo y la
marcha a servir al rey.
Con el paso de los años ese sorteo
desapareció puesto que todos los quintos debían incorporarse a filas para hacer
el servicio militar obligatorio, de modo que en lugar del sorteo lo que se
hacía era tallar a los mozos y declararlos aptos para el servicio, hasta que en
2001 esta obligatoriedad desapareció y con ella ese acto. Aun así, y
afortunadamente, estas fiestas se siguen celebrando en algunos de nuestros
pueblos.
Como escribe José María González en
su libro “Breve historia de la villa de Fuentespreadas”
“La fiesta de los quintos era una
especie de año jubilar que se celebraba cuando los jóvenes, los mozos, cumplían
los veinte años, los tallaban y los declaraban aptos para el Servicio Militar.
[…]
Entre las fiestas de los quintos
destacaba la de ir a la caza de la liebre con galgos a las dehesas de Salamanca
o Sayago. El hecho de ser quintos daba carta blanca para entrar a cazar en
cualquier finca privada. La caza era más abundante que ahora y, aunque lo más
importante era divertirse, solían traer buenos trofeos.
En aquellos tiempos, antes de
mediados del siglo pasado, era la primera ocasión en que dormían fuera de casa,
y no era muy cómoda la experiencia. La primera noche se pasaba en Santiz
después de haber recorrido varias dehesas de Zamora y Salamanca. Cenaban y
dormían en el mesón de la "Tía Cojones", mesonera conocida por muchas
generaciones de quintos de Fuentespreadas. Se dormía en un pajar cuyo suelo
parecía un colchón de plumas, rendidos ya por la enorme caminata del día. Por
la mañana temprano, después de comer las sopas de ajo que hacía la "Tía
Cojones", de nuevo vuelta a recorrer fincas hasta el anochecer en que se
llegaba a Mayalde, pueblo muy acogedor para los quintos de Fuentes. Allí se
invitaba a las mozas del pueblo a un baile que amenizaba el tamborilero de
Mayalde con su flauta y tamboril y a la mañana siguiente se regresaba al pueblo,
derrengados pero contentos de la experiencia.
Poner el mayo era la primera gran
fiesta del año de quintos. La noche del veintinueve de abril se iba a cortar la
copa de un pino a los pinares de Cuelgamures, y el día treinta el señor Perico,
el señor Santiago o el señor Pepe el Carretero hacían unos taladros con el
barreno en la mayor viga de chopo o álamo que se encontrara y en la copa del
pino, para unir ambas partes con unos travesaños y así hacer el Mayo lo más
alto posible. En la noche, y ayudados con unas horquillas y por los demás mozos
del pueblo e incluso por gente mayor, se levantaba el Mayo en medio de la
plaza. Después solía haber baile y, antiguamente, se rondaba a las mozas
cantándoles a la ventana. […]
El año de quintos terminaba con la
fiesta de "Correr el Gallo". En este pueblo se hacía el segundo día
de Navidad y aún se sigue haciendo, aunque ahora de una forma más sofisticada.
Hoy también toman parte las chicas y se hace más a lo grande; se invita al
refresco a todo el pueblo y hacen una gran cena después del baile.
Lo más interesante de la
fiesta de Gallos sigue siendo la llamada "Relación", que los quintos
declaman dirigiéndose al gallo con más o menos acierto y gracia, dependiendo de
las cualidades poéticas de quién haya hecho la "Relación". En ésta,
los quintos cuentan sus hazañas, vida y milagros de cada uno y a veces de los
demás.
En esta fiesta, para muchos
es la primera vez que montan a caballo y no siempre dominan al animal, sobre
todo en la carrera final, tras decir su "Relación". Engalanan sus
caballos con cintas y otros atuendos y los quintos se vestían y visten con
traje militar. Este era el acto final antes de irse a servir al Rey o a la
Patria en la primavera siguiente […].
Afortunadamente esto es algo
superado; quiera Dios que sólo quede en el recuerdo de un buen día de fiesta de
Quintos”
Efectivamente esa especie de año
jubilar (como lo llama José María) termina con la fiesta de “Correr el gallo”,
seguramente la más relevante de las que celebran los quintos.
¿POR QUÉ EL GALLO?
Como bien señala Mª Soledad
Temprano Peñín en su artículo EL GALLO: EL OTRO PROTAGONISTA DE LAS
"FIESTAS DE QUINTOS" de la Revista de Folklore número 173
“[…] Desde hace siglos, los quintos
de los pueblos castellanos celebran sus "fiestas" con un rito sacrificial
en el cual el protagonista es un animal […]; el gallo.
El por qué esto es así no es fácil
de discernir, pero sin duda tiene su explicación en todo el valor simbólico
múltiple que el gallo ha adquirido a lo largo de su convivencia con nosotros.
Es sencillo asimilar a este animal
las características de orgullo, valor y virilidad; su mismo porte y su
comportamiento en el corral son buenas muestras de ello: el pecho henchido, la
cresta erguida y altiva, los agresivos espolones, el hecho de que no pueda
haber dos gallos en un corral, ...
[…] Estos valores que el animal
tiene en su naturaleza […] nos pueden servir para comprender algo de lo que se
desea expresar en estos actos populares.
[…] un ritual que hoy probablemente
ha perdido buena parte de esos valores pero que se sigue manteniendo, a pesar
de todo”
CORRER EL GALLO
En cada pueblo se hace en una fecha
diferente, pero siempre en invierno. En Fuentespreadas se celebra el día 26 de
diciembre.
Antiguamente se hacía en un camino
a las afueras del pueblo, porque los quintos, acostumbrados a montar, corrían
sobre sus monturas después de recitar cada una de sus relaciones. Actualmente
el acto se realiza en la plaza del pueblo y ya no se hacen carreras, sobre
todo, porque casi ninguno de ellos sabe montar un caballo.
El ave se colgaba por las patas,
cabeza abajo, en una soga que cruzaba el camino, atada a dos postes. En algunos
pueblos se trataba de que los quintos tras decir su relación pasasen corriendo
bajo el gallo y le cortasen o arrancasen la cabeza (en Fuentespreadas, yo no lo
recuerdo, no sé si eso se llegaba a hacer).
En la actualidad ya no se cuelga
por las patas, se mete dentro de una jaula y se cuelga ésta. Una vez terminado
el acto, el gallo se devuelve a su corral. Así, el gallo, pasa a ser un
silencioso (a veces no tanto) espectador, al que se dirige el quinto al
declamar los versos y al que se sacrifica simbólicamente.
A eso de las cuatro de la tarde,
los quintos vestidos con uniforme militar y sobre un caballo engalanado se
dirigen al lugar elegido para decir la relación ante el resto del pueblo.
Aunque en el último tercio del
siglo pasado, las quintas se fueron incorporando a la fiesta y a su
organización, no fue hasta el año 1989 cuando, en Fuentespreadas, se
incorporaron por completo y empezaron a correr el gallo y a recitar sus
relaciones también ellas.
Esta incorporación se produjo,
tanto por la caída de la natalidad y la despoblación de nuestros pueblos y la
necesidad de contar con jóvenes para hacer la fiesta, como por la presión social
en pos del acceso y la incorporación de la mujer a todo tipo de actividad
social.
Otra de las circunstancias que hay
que señalar en relación con el tema de la despoblación y la baja natalidad, es
que desde finales del pasado siglo XX se han ido incorporando a la fiesta los
hijos y los nietos de vecinos que, aunque no viven el pueblo quieren participar
de esta fiesta y de este modo evitar que desaparezca. Hasta tal punto ocurre
esto que algún año todos los quintos residen fuera del pueblo.
Como decíamos, a eso de las cuatro
de la tarde el capitán o la capitana (el mayor de los nacidos ese año) hace la
presentación del resto de compañeros y se retira para que cada uno de ellos por
orden de edad vaya recitando su relación con mayor o menor acierto y estilo.
LA RELACIÓN
La "relación" es, según
el Diccionario de la Real Academia Española “Un poema dramático, más o
menos largo, que dice un personaje, para contar o narrar algo”
En el caso de nuestras Relaciones
efectivamente son un poema (pero no dramático), de extensión variable,
compuesto para la ocasión y para cada participante. En dicho poema, de forma
personal se cuentan la vida y circunstancias de cada quinto en tono jocoso y en
las estrofas finales se "condena" al gallo, repartiendo sus partes.
Las relaciones se hacen
habitualmente en décimas espínelas la parte del saludo y en quintillas (o también
en cuartetas) la parte más jocosa y divertida, con diferentes rimas. Se suelen
hacer por “rimadores” locales que conocen el pueblo, al quinto y su familia y circunstancias.
Se divide en tres partes de
extensión variable según los casos.
La primera es la parte más seria en
la que se hace el obligado saludo y se resaltan las “grandezas” del pueblo. En
esta parte puede aparecer también alguna crítica sobre la realidad social del
momento.
La segunda parte es el nudo de la
relación, en la que con un lenguaje mucho más sencillo se cuentan los defectos
del quinto, su familia y entorno.
La tercera y última es la despedida
y condena del gallo y su reparto entre los amigos y familiares del quinto.
Terminadas las relaciones los
quintos invitan a todos los asistentes a un refresco en el Salón del pueblo en
el que disfrutarán de abundante comida y bebida.
Últimamente, después de este
refresco los quintos hacen una ronda por sus respectivas casas a comer un bollo
y, sobre todo, a beber en cada una de ellas.
Llegada la noche tienen una cena y
después hay un baile para todo el que lo desee.
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